Serie Vida – La Vida en Cristo
- Fernando Arias
- 30 sept
- 2 Min. de lectura
Cuando abrimos los ojos cada mañana y sentimos el aire entrar en nuestros pulmones, damos por sentado que eso es vida. El corazón late, la mente piensa, los sentidos despiertan. Pero al mirar más de cerca nos damos cuenta de algo profundo: estar vivos no siempre significa tener vida. Jesús lo expresó con claridad cuando dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Aquí se revela un contraste eterno: una existencia vacía frente a una vida plena.

El misterio de la vida verdadera
En los días de Jesús, muchos respiraban, trabajaban, reían y lloraban, pero seguían cargando cadenas invisibles. Así nos ocurre también hoy. Podemos tener logros, amistades, planes y aun así sentir un vacío profundo. Es allí donde la promesa de Cristo se vuelve urgente: Él no vino a darnos una mejora, sino una transformación.
La vida en Cristo no es una teoría ni un conjunto de normas. Es un despertar interior, una reconciliación con el Dios que nos creó. Pablo lo expresó con estas palabras: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Una lectura guiada
Te invito a detenerte un momento. Haz una pausa y piensa: ¿qué cosas en tu vida son solo movimiento, pero no vida? ¿Dónde has buscado sentido sin encontrarlo? Ahora imagina lo que significa abrir tu corazón y dejar que Cristo sea la fuente. Vida en Cristo no es ausencia de problemas, sino presencia de propósito. No es solo sobrevivir, es caminar con una esperanza que nunca se apaga.
Una serie que comienza
Este es el primer paso de un viaje que apenas empieza. El domingo pasado iniciamos juntos en la congregación la serie Vida, y quiero compartirla también en este espacio, como capítulos de un libro que se va escribiendo con cada enseñanza. En las próximas semanas iremos descubriendo juntos dimensiones de lo que significa vivir en Cristo: libertad, plenitud, propósito y esperanza eterna.
Hoy quiero dejarte con una convicción sencilla pero poderosa: Jesús no vino a mejorar tu vida, vino a darte la vida que siempre debiste tener. La pregunta es: ¿quieres recibirla y caminar en ella? Te invito a seguir leyendo y acompañarnos cada domingo en Resplandece en esta serie Vida. Lo que descubriremos no solo informará nuestra mente, sino que transformará nuestro corazón.