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Conociendo el Corazón de Dios

  • Foto del escritor: Fernando Arias
    Fernando Arias
  • 17 mar
  • 4 Min. de lectura

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En un mundo donde el conocimiento es más accesible que nunca, las personas buscan aprender sobre una amplia variedad de temas: ciencia, historia, tecnología, filosofía. Vivimos en una era en la que el saber es valorado y perseguido, y sin embargo, Dios nos invita a conocer algo infinitamente más valioso: su propio corazón.


El profeta Jeremías lo expresó con claridad:

“Que nadie se sienta orgulloso:

ni el sabio de su sabiduría,

ni el poderoso de su poder,

ni el rico de su riqueza.

Si alguien quiere sentirse orgulloso,

que se sienta orgulloso de mí

y de que me obedece.

¡Eso es conocerme!

Pues yo actúo en la tierra con amor,

y amo la justicia y la rectitud.” Jeremías 9:23-24, TLA


Conocer a Dios no es solo acumular información sobre Él. No se trata de un ejercicio intelectual ni de un conjunto de doctrinas que se memorizan. Conocer a Dios es una experiencia transformadora que da sentido a la vida, renueva el corazón y redefine nuestras prioridades.


Dios desea que lo conozcamos


Desde el principio, Dios ha anhelado que su pueblo lo conozca de manera personal. No basta con escuchar sobre Él, es necesario experimentarlo. Job, después de atravesar una prueba difícil, lo expresó de manera conmovedora:


“Lo que antes sabía de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis ojos te han visto, y he llegado a conocerte.” Job 42:5, TLA.


Este testimonio refleja una realidad profunda: muchas personas creen en Dios, pero pocas llegan a conocerlo realmente. Se conforman con ideas transmitidas por otros, con enseñanzas escuchadas en la infancia o con nociones generales sobre la fe. Sin embargo, Dios nos llama a una relación más profunda, a una vida donde nuestra comunión con Él sea una fuente constante de fortaleza y dirección.


A menudo, los momentos de mayor cercanía con Dios ocurren en medio de la prueba. Cuando nuestras seguridades se desmoronan, cuando nos enfrentamos a la incertidumbre, es cuando Dios se revela con mayor claridad. No porque Él solo se manifieste en el sufrimiento, sino porque es en nuestra necesidad donde nuestro corazón se dispone a escucharlo.


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Su corazón se revela en la Escritura


Para conocer a Dios, es imprescindible acudir a su Palabra. Fue así como se reveló a Moisés en el desierto, mostrando su carácter con estas palabras: “Jehová, Jehová, Dios misericordioso y clemente, tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad…” Éxodo 34:6


Lejos de ser un juez severo y distante, Dios es amoroso y paciente. El Salmo 103 describe con ternura la manera en que Él se relaciona con nosotros:


“Mi Dios es muy tierno y bondadoso; no se enoja fácilmente,

y es muy grande su amor.

No nos castigó como merecían nuestros pecados y maldades…

Con quienes lo honran, Dios es tan tierno

como un padre con sus hijos.” Salmo 103:8-13, TLA


Dios conoce nuestras debilidades, comprende nuestras luchas y extiende su misericordia una y otra vez. Quienes lo conocen no solo entienden esto de manera teórica, sino que lo experimentan en su vida cotidiana.


Jesús, la máxima expresión del corazón de Dios


Si queremos conocer el corazón de Dios, debemos mirar a Jesús. Cuando Felipe le pidió a Jesús que les mostrara al Padre, Él respondió con firmeza: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Juan 14:9. Jesús es la manifestación perfecta del amor y la gracia de Dios. Su vida, sus palabras, sus milagros y, sobre todo, su sacrificio nos revelan la profundidad del amor divino.


“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8


Por eso también la cruz es el mayor testimonio del corazón de Dios. No es un símbolo de condenación, sino de misericordia. En Jesús vemos a un Dios que no solo proclama su amor, sino que lo demuestra con hechos.


Cómo podemos conocer el corazón de Dios


Si bien Dios ha revelado su corazón a través de La Palabra y en su Hijo, el conocimiento de Dios no es un evento único, sino un proceso continuo.


Para conocerlo más profundamente, necesitamos:

• Buscarlo en su Palabra, porque es allí donde se nos da a conocer su carácter y voluntad (Juan 17:3).

• Orar con sinceridad, porque la comunicación con Dios nos acerca a su corazón (Mateo 6:6).

• Vivir por fe en Cristo, porque Él es el único camino hacia el Padre (Juan 14:6).

• Obedecer sus mandamientos, porque en la obediencia experimentamos su presencia y dirección (Juan 14:21).

• Observar su creación, porque el mundo que Él ha diseñado nos habla de su grandeza y poder (Salmo 19:1).


Conocer a Dios es el privilegio más grande que podemos tener. No se trata de una simple acumulación de conocimientos, sino de una transformación de vida. Dios nos invita a acercarnos, a experimentar su amor y a reflejar su carácter en nuestra vida diaria.


Por eso, te invito a preguntarte:

• ¿Cómo es tu relación con Dios? ¿Basada en conocimiento o en intimidad?

• ¿Qué aspectos de su corazón necesitas conocer mejor?

• ¿Estás reflejando el corazón de Dios en tu vida diaria?


Durante los próximos domingos en Resplandece, estaremos explorando más sobre esta serie titulada El Corazón de Dios. Será un tiempo para sumergirnos en la verdad de quién es Dios y cómo podemos vivir en una relación más profunda con Él. Dios desea que lo conozcas. La pregunta es: ¿estás dispuesto a acercarte?

 
 
 

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