top of page

Tiempos de Fe

  • Foto del escritor: Fernando Arias
    Fernando Arias
  • 9 nov
  • 4 Min. de lectura
Hoy quiero darte una actualización sobre la reciente serie que estoy predicando en Resplandece, específicamente el tema que compartí esta mañana.

ree

En la vida cristiana hay temporadas en las que todo parece detenerse. Son esos tiempos de espera en los que oramos, creemos, y sin embargo, no vemos todavía lo que anhelamos. Pero los “tiempos de fe” no son tiempos vacíos, sino espacios donde Dios trabaja en silencio, moldeando nuestro corazón y preparando el cumplimiento de Su palabra.

En esta oportunidad, quiero dejarte tres principios de la fe en medio de circunstancias donde Dios está obrando. Estos tres puntos, los usé como eje central de mi predicación esta mañana. Oro para que te sirvan, indistitamente la temporada que estés atravesando hoy.

1. La fe no depende de lo que vemos
Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” La fe es la llave que conecta los sueños de Dios con la realidad terrenal. No se sostiene en lo visible, sino en la confianza profunda de que Dios hará lo que prometió, aunque los ojos aún no lo perciban.

Bartimeo, el ciego de Marcos 10:46–52, no veía físicamente, pero su fe “veía” la oportunidad de su milagro. Su convicción interior fue más fuerte que su limitación exterior. De la misma manera, hay sueños y promesas que Dios ha puesto en tu corazón que no todos entenderán, porque no todos fueron llamados a ver lo que tú crees.

2. La fe nos saca fuera de los límites
En Génesis 15, Dios le dijo a Abram: “Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar.” Abram tuvo que salir de su tienda, del ambiente donde predominaban la duda y la incertidumbre. Solo afuera, bajo el cielo, pudo ver la dimensión de la promesa de Dios porque la fe nos invita a salir de los límites del confort y del razonamiento humano.

Qué interesante que cuando miramos las estrellas, en realidad estamos viendo una luz que viajó desde el pasado. Algunas de esas estrellas ya no existen, pero su brillo aún alcanza nuestros ojos después de miles de años. La ciencia lo llama “distancia luz”, pero la fe puede verlo como una parábola natural de cómo obra Dios. Así también sucede con las promesas divinas. Puede parecer que Dios está tardando, o que lo que Él dijo ya no tiene vigencia. Pero igual que la luz de una estrella, Su palabra sigue avanzando hacia nosotros, cruzando los límites del tiempo y del espacio hasta manifestarse en el momento señalado. Lo que Dios habló no se extingue, porque fue pronunciado desde Su eternidad.

A veces sentimos que lo que Dios nos prometió “murió”, o que ya pasó demasiado tiempo. Sin embargo, el brillo de esa palabra sigue viajando, acercándose, iluminando poco a poco nuestra fe. Aunque no lo percibas, el cumplimiento ya está en curso. La espera no es señal de ausencia, sino de movimiento invisible.

Por eso, cuando Dios le dijo a Abram que mirara las estrellas, en realidad le estaba enseñando a mirar más allá del presente. Le estaba recordando que Su propósito no depende de las condiciones humanas, sino de Su fidelidad. Hoy, el Señor también nos invita a mirar el cielo y recordar: Su luz sigue viniendo, aunque creas que la promesa se apagó. Sigue creyendo, sigue esperando y sigue caminando bajo ese mismo cielo estrellado que un día vio Abraham. Lo que Dios habló no se detuvo; solo está viajando en dirección tuya.

Hay promesas que nunca veremos mientras permanezcamos “dentro” de nuestros límites. Dios nos llama a salir, a mirar más alto y a creer más grande.

3. La fe abraza la paciencia
En Marcos 8:22–26 encontramos a otro ciego. Jesús lo tomó de la mano y lo sacó fuera del pueblo antes de sanarlo. La primera vez que Jesús oró por él, el hombre dijo: “Veo a los hombres como árboles que caminan.” Luego Jesús volvió a tocarlo, y entonces vio con claridad. Este relato nos enseña que algunos milagros no ocurren de inmediato. Hay procesos en los que Dios nos está formando tanto como nos está bendiciendo. La fe madura entiende que el tiempo de Dios no es demora, sino propósito.

En el Reino de Dios, existen milagros instantáneos (que se cumplen de inmediato), pero también milagros progresivos. Los primeros nos sorprenden, los segundos nos enseñan a perseverar. Y en ambos, Dios sigue siendo fiel. Por eso Jesús le dijo al hombre: “No regreses al pueblo.” Quien ha sido sacado del ambiente de incredulidad no debe volver a él.

De manera que te dejo las tres enseñanzas del mensaje de hoy. Estas resumen lo que Dios quiere hablarte.

Lecciones para nuestros tiempos de fe
  1. Confía en Sus tiempos, métodos y procesos. No siempre sabrás el “cuándo” ni el “cómo”, pero puedes tener plena certeza del “quién”. Ese "quién" es Dios. Él tiene en Sus manos tus tiempos. Descansa plenamente en esa idea sabiendo que el Creador del Universo está en control.
  2. Cree... no solo en Dios, sino también en Sus promesas. Abraham conocía a Dios, pero tuvo que aprender a creerle por algo imposible. La fe viene por el oír la palabra de Dios (Romanos 10:17). Qué curioso es darnos cuenta de que estamos en un mundo donde muchos no cuestionan la existencia de Dios. Pero cuando se trata de creer en Su Palabra y Sus promesas, ahí es cuando entra la duda. Por eso, es importante que leas tu Biblia, la medites y ores constantemente. Cuanto más conozcas a Dios, más fácil será creer en Sus promesas, conocer Sus planes y aceptar Su voluntad para ti.
  3. Alaba mientras esperas. La alabanza en medio de la espera no depende del resultado, sino del carácter de Dios. Adorar mientras esperas es decirle: “Confío en Ti, aunque aún no vea.”
 
 
 

Comentarios


bottom of page