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Devocional de Semana Santa: Lunes Santo

  • Foto del escritor: Fernando Arias
    Fernando Arias
  • 14 abr
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 14 abr

Durante esta semana, recordamos paso a paso los momentos más importantes de la Semana Santa, desde la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén hasta la gloriosa mañana del Domingo de Resurrección. Cada día encontrarás aquí una lectura bíblica, una narración sencilla de lo que ocurrió, reflexiones personales y una oración que puedes hacer en familia o de manera personal. También compartiremos algunos datos curiosos que enriquecen nuestro entendimiento de estos hechos.


Mi oración es que esta semana no pase como una tradición más, sino que se convierta en una oportunidad para acercarnos a Dios por medio de Jesús, comprender Su amor, y renovar nuestro compromiso con Él.


Te animo a leerlo cada día, tomar un momento para orar, y si puedes, compartirlo con alguien más. Que juntos vivamos una Semana Santa con propósito y corazones agradecidos.


Jesus limpia el Templo y lo declara casa de oración.
Jesus limpia el Templo y lo declara casa de oración.

LUNES SANTO

Hoy es el segundo día de nuestro Devocional de Semana Santa. Acompañemos a Jesús en su caminar hacia la cruz, recordando lo que sucedió en cada jornada. Este es el mensaje para el Lunes Santo. Te invito también a leer el devocional de ayer "Domingo de Pascua".


Mateo 21:12-17

12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamar en el templo diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad a Betania, y posó allí.


Después de su entrada triunfal en Jerusalén el día anterior, Jesús volvió al templo en Jerusalén. Lo que encontró allí lo indignó: hombres haciendo negocios en el lugar que debía ser para encontrarse con Dios. Cambistas, vendedores de palomas y comerciantes ocupaban el espacio sagrado.


Ese día, Jesús purificó el templo. Derribó mesas, volcó sillas y reprendió con autoridad a quienes habían corrompido la casa de Dio, y declaró estas palabras: “Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.


Pero no solo hubo corrección; también hubo compasión. En medio del bullicio, ciegos y cojos se acercaron a Él y fueron sanados. Y los niños, sin miedo ni prejuicios, clamaban con alegría: “¡Hosanna al Hijo de David!”, reconociendo a Jesús como el Mesías, mientras los religiosos endurecían su corazón. Por la tarde, Jesús se retiró a Betania.


Lección para aprender


El Lunes Santo nos recuerda que no podemos permitir que lo que es sagrado se contamine con intereses egoístas. Así como Jesús limpió el templo, hoy desea limpiar nuestro corazón y nuestras prioridades.


En Génesis 1, se nos describe el estado original de la tierra como "desordenada y vacía", con tinieblas sobre la faz del abismo. Y justo ahí, en ese escenario de caos y oscuridad, Dios intervino. ¿Y qué fue lo primero que dijo? “Sea la luz.” Y la luz fue. No como una sugerencia, sino como una orden de Dios. La luz no se mezcla con la oscuridad. No negocia con las tinieblas. Simplemente las desplaza.


Así es cuando Jesús llega a nuestras vidas. Su luz no solo alumbra, sino que también ordena lo desordenado, llena lo vacío, y expulsa lo que no puede convivir con su santidad. Esa misma palabra creativa que formó el universo sigue teniendo poder para transformar y llenar nuestras vidas.


A veces, sin darnos cuenta, dejamos que otras cosas ocupen el lugar de Dios: preocupaciones, dinero, reconocimiento, actividades. Este día es una invitación a revisar nuestro interior, a permitir que Jesús derribe lo que no le honra y restaure nuestro corazón como un verdadero altar de oración y comunión. (Tomado del mensaje: “El Corazón Humano, sin Dios”, Pr. Fernando Arias)


Los cambistas instalaban mesas dentro del templo para cambiar monedas romanas por las que se aceptaban en el Templo
Los cambistas instalaban mesas dentro del templo para cambiar monedas romanas por las que se aceptaban en el Templo

Contexto Histórico


En tiempos de Jesús, durante la Pascua, los cambistas instalaban mesas dentro del templo para cambiar monedas romanas por las que se aceptaban en el Templo, ya que las romanas tenían inscripciones e imágenes consideradas impuras. Además, los vendedores de palomas se aprovechaban de los peregrinos, vendiéndoles animales a precios elevados, sabiendo que eran necesarios para los sacrificios.


Pero Jesús no solo estaba reaccionando al comercio en sí, sino a la injusticia y al abuso espiritual que se cometía allí. Muchos cambistas y vendedores se habían aliado con líderes religiosos para lucrar con la necesidad espiritual y las costumbres del pueblo. Aquellos que venían de lejos para adorar a Dios eran obligados a pagar precios muy altos por los animales del sacrificio y a cambiar su dinero a tasas muy injustas.


El templo, que debía ser un lugar de encuentro, perdón y misericordia, se estaba convirtiendo en un negocio controlado por unos pocos para aprovecharse de la fe sincera de muchos. Por eso Jesús se levantó contra ese sistema injusto, defendiendo a los sencillos y recordando que la casa de Dios no debía ser usada para explotar y engañar a las personas, sino para orar y buscar a Dios.


Oración de hoy:


Señor Jesús, hoy vengo delante de Ti pidiéndote que limpies mi vida de todo lo que no te agrada. Examina mi corazón, quita y limpia aquello que ocupa tu lugar. Que mi vida entera sea una casa de oración, de fe sincera y de comunión contigo. Que mis prioridades estén alineadas a tu voluntad y no a mis intereses personales. Gracias por tu amor que siempre nos corrige y restaura. Ayúdanos a vivir cada día en santidad y a honrarte en todo lo que hacemos. En tu nombre, ¡amén!


¡Hasta mañana!


Te invito a estar pendiente del devocional de mañana, donde recordaremos lo que ocurrió en el Martes Santo. Sigamos juntos este recorrido hasta el glorioso Domingo de Resurrección. ¡Dios te bendiga!

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