Dios en nosotros: la Realidad del Espíritu Santo
- Fernando Arias
- 27 jun
- 3 Min. de lectura
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad...”— Juan 14:16–17a (RVR1960)

El Espíritu Santo no es una presencia pasajera ni un encuentro emocional ocasional. Es una realidad constante. No es algo que encontramos de vez en cuando, sino alguien que nos acompaña cada día. No es una emoción que va y viene, sino la viva manifestación de Dios mismo habitando en nosotros.
La presencia de Dios no se mide por lo que sentimos, sino por lo que Él es. No lo buscamos únicamente en el fin de semana, como si fuera parte de una rutina religiosa; Él es nuestro pan diario, nuestro sustento permanente. Estar en Su presencia implica renunciar a lo mundano, entregarnos por completo. El Espíritu Santo se encuentra en la humildad, en la renuncia a uno mismo y en la rendición del corazón.
“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”— Gálatas 5:25 (RVR1960)
Quienes caminan con el Espíritu Santo, caminan en poder. Cuanto más lo reconoces en tu vida, más real se vuelve. Empiezas a vivir en reposo, en gozo, en fuerza. La vida ya no es una lucha solitaria: se convierte en un andar constante de dependencia, de fe, de comunión con Dios. Cuando el Espíritu Santo llena tu vida, comienzas a experimentar el poder, el amor y la paz de Dios. Lo invisible se vuelve evidente en tu interior. Su paz te sostiene, Su amor te rodea y Su poder te capacita.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”— 2 Timoteo 1:7 (RVR1960)
Hoy tienes la libertad de escogerlo. No como una opción más, sino como la decisión que transforma todo. Recíbelo. Ríndete a Él. Tu vida no será la misma jamás.

Comentarios