Dios no cumple ~cualquier~ promesa
- Fernando Arias
- 13 may 2024
- 2 Min. de lectura

En la Biblia encontramos relatos de fe inquebrantable y promesas cumplidas en el tiempo perfecto de Dios. Uno de estos relatos es el de Ana, la madre del profeta Samuel, cuya historia no solo nos enseña sobre la persistencia en la oración, sino también sobre cómo alinear nuestros deseos con los planes de Dios. Está historia la encuentras en el primer libro de Samuel a partir del capítulo 1.
La Oración de un Corazón Alineado con la Voluntad de Dios
Ana siempre quiso ser madre. Año tras año, su corazón se quebraba al no poder concebir. Sin embargo, su petición no era simplemente el deseo de llenar su vacío maternal, sino que se profundizaba en una promesa más grande, alineada con el deseo de Dios. Ana no solo pedía un hijo; ella prometió que lo dedicaría al servicio de Jehová, entregándolo para que se cumpliera un propósito mayor en su vida.
El Tiempo Perfecto de Dios
Muchas veces, como Ana, no comprendemos por qué nuestras oraciones parecen quedar sin respuesta. Pero lo que Ana nunca imaginó fue que el tiempo de Dios necesitaba alinearse con su milagro. En el momento preciso en que Ana oraba por un hijo, Dios buscaba a un profeta para guiar a su pueblo. Este no era solo un niño; era Samuel, quien se convertiría en una figura clave en la historia de Israel.
El Fruto de la Paciencia y la Promesa
Cuando entregamos nuestras oraciones y deseos a Dios, y cuando estos están alineados con su voluntad, podemos estar seguros de que Él responderá de la manera más sorprendente y generosa. Ana recibió no solo a Samuel sino también la bendición adicional de tres varones y dos mujeres más, como se narra en el primer libro de Samuel, capítulo 2.
La historia de Ana es un testimonio poderoso. Cuando nos acercamos a Dios no solo pidiendo, sino ofreciendo algo en retorno, demostramos nuestra confianza en su soberanía y reconocemos su señorío sobre mosotros. Esto no implica que cada deseo será concedido tal como lo pedimos, sino que, al buscar la voluntad de Dios en nuestras peticiones, nos abrimos a recibir las bendiciones que Él sabe que más necesitamos y que más glorifican su nombre.
En la entrega y la fidelidad de Ana, encontramos un modelo de cómo la verdadera fe en acción no solo nos cambia la vida, sino también el curso de la historia. Su oración, alineada con los deseos de Dios, trajo al mundo a uno de sus grandes profetas y demostró que, cuando cumplimos nuestras promesas en el altar de Dios, Él cumple las suyas con una generosidad desbordante.



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