top of page

El Conflicto con el Acto de Pedir: una clínica para el corazón independiente

  • Foto del escritor: Fernando Arias
    Fernando Arias
  • 23 may
  • 3 Min. de lectura

Hace mucho tiempo pasé por una etapa de cierta aridez espiritual. No era algo que pudiera llamar pecado, pero sí había una leve distancia en mi comunión verbal con Dios. Estaba ocupado —demasiado ocupado—, y aunque sabía que necesitaba hablar con mi Padre Celestial, mi mente estaba atrapada en mis propios pendientes. No era rebeldía, era distracción. No era frialdad, era sobrecarga.


En ese proceso descubrí algo curioso, casi imperceptible: uno de los motivos por los que dejé de orar con la misma frecuencia de antes no era que no creyera en la oración, sino que, sin darme cuenta, había dejado de pedir.

Pedir no es debilidad, es obediencia.
Pedir no es debilidad, es obediencia.

El conflicto con pedir

Pedir implica reconocer una necesidad. Y cuando nos hemos acostumbrado a la independencia —emocional, financiera, profesional o espiritual— nos cuesta admitir que necesitamos ayuda. Nos cuesta ser vulnerables. Preferimos trabajar o elegimos "olvidar el asunto"… pero no pedirle a Dios.


Este rasgo puede incluso estar profundamente ligado a nuestra personalidad o historia de vida: crecer con la necesidad de "valernos por nosotros mismos", "no molestar a nadie", o "demostrar que podemos". Esas actitudes, que pueden ser útiles en lo natural, se vuelven obstáculos espirituales cuando afectan nuestra relación con Dios.


¿Por qué es importante pedir?


En primer lugar, porque Jesús mismo nos lo enseñó:

"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá." (Mateo 7:7, RVR1960)

Pedir no es debilidad, es obediencia. Esa fue una de las realidades que más me costó aceptar. No es infantilismo, es dependencia filial. No se trata de una fe inmadura que evade responsabilidades, como el niño que solo pide sin comprender. Se trata de una confianza profunda, como la de un hijo que, aunque crece y madura, nunca deja de necesitar a su Padre.


Pedir no nos hace menos espirituales; al contrario, nos posiciona como hijos que conocen el corazón de Dios y saben que su provisión, dirección y consuelo son indispensables para cada paso en la vida. Cuando dejamos de pedir, dejamos de reconocernos hijos. Y cuando no pedimos, empezamos a vivir como si no necesitáramos del Padre. Esto me llevó en 2022 a predicar una serie titulada "Hijos".


Santiago lo dice sin rodeos:

"No tenéis lo que deseáis, porque no pedís." (Santiago 4:2b, NVI)

La autosuficiencia espiritual nos roba la comunión

Una vida cristiana que ya no ora con libertad puede estar afectada por una autosuficiencia sutil: creemos que ya sabemos lo suficiente, que ya recibimos lo que necesitábamos, que podemos mantenernos "funcionando" sin tener que estar pidiendo todo el tiempo. Pero la oración no es solo una herramienta para obtener cosas; es el canal de relación constante con Dios. Y cuando ya no pedimos, también dejamos de hablar. De compartir. De confiar. Dejamos de estar presentes con el Padre.


Clínica para el corazón independiente

Este artículo no busca acusarte, sino ayudarte a diagnosticar. Tal vez tu corazón no está endurecido, solo está autoabastecido. Pero eso también necesita sanidad.


¿Hace cuánto no le pides al Señor desde la vulnerabilidad? ¿Hace cuánto no reconoces delante de Él que necesitas sabiduría, dirección, descanso, o simplemente consuelo? Tal vez, más que volver a orar, necesitas volver a pedir. Volver al corazón humilde del hijo que sabe que en la casa del Padre todo está disponible, pero también se recibe cuando se reconoce la necesidad.


Volver a pedir es volver a confiar

Cuando pides, no solo estás reconociendo que no tienes: estás demostrando que confías en quien sí tiene. Volver a pedir es volver a depositar tu confianza en el carácter bueno de Dios.

"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" (Mateo 7:11, RVR1960)

____________________________________


No es orgullo, dirías. No es incredulidad. Solo estás acostumbrado a hacerlo todo tú. Pero Dios no quiere siervos autosuficientes (no los necesita), sino hijos dependientes. Y a veces, el camino de regreso a la comunión con Él comienza con algo tan simple y tan transformador como esto: volver a pedir.

___________

PODCASTS RELACIONADOS CON EL TEMA: ¿Cómo pedir a Dios? https://open.spotify.com/episode/16orQh90ewOfGl9ZrLXoC6?si=218ddebb69314f34 Episodio 1, "HIjos de Dios" de la serie "Hijos" https://open.spotify.com/episode/1pxSdQNatAo0U4yxSxJU08?si=BEe8g6K6RWuKOm96Nge-IQ

 
 
 

Comentarios


bottom of page