
Hablando con Dios: Un Encuentro Más Allá de Nuestras Expectativas
- Fernando Arias
- 23 mar
- 3 Min. de lectura

La vida nos presenta momentos de incertidumbre y desafíos, pero en medio de todo, Dios siempre está dispuesto a hablarnos. A veces, sin embargo, nos enfrentamos a barreras internas que nos dificultan escuchar Su voz y entender Sus planes para nosotros.
Hoy, al reflexionar sobre las historias de Abraham y Elías, descubrimos que la clave para escuchar a Dios es salir de nuestros propios límites y hacer espacio para Su susurro.
El llamado de Dios a Abraham
En Génesis 15, vemos a Abraham en un momento de profunda incertidumbre. Dios le hace una promesa poderosa: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Así será tu descendencia” (Génesis 15:5). Sin embargo, Abraham no podía ver más allá de su situación inmediata: un futuro sin hijos y con un mayordomo como heredero. Dios lo llevó afuera, fuera de los límites que su mente había puesto, para que pudiera ver lo que Él tenía preparado. A veces, Dios también nos lleva fuera de nuestras expectativas limitadas para revelarnos los planes grandiosos que tiene para nuestras vidas.
El susurro en medio de la tormenta: Elías
En 1 Reyes 19, Elías huye lleno de miedo ante la amenaza de Jezabel. Se esconde en una cueva, pero allí recibe una nueva invitación de Dios: “Sal afuera de la cueva y párate delante de mí” (1 Reyes 19:11). En medio de un viento fuerte, un terremoto y un fuego, Elías no encontró a Dios en las fuerzas visibles, sino en el susurro delicado que le habló en silencio.
Este pasaje nos recuerda que a menudo, los pensamientos y las voces de nuestras propias preocupaciones pueden ser tan ruidosas que no escuchamos a Dios. Nos esperamos a encontrarlo en los grandes eventos, pero Él nos habla en la quietud, en el silencio. ¿Estamos dispuestos a escuchar Su voz por encima de nuestras expectativas?
La espera paciente en la presencia de Dios
En Salmos 37, se nos invita a “callar en presencia de Dios y esperar”. La espera no es pasiva, sino un acto de confianza. El silencio ante Dios no significa ausencia, sino disponibilidad para escuchar lo que Él quiere decirnos. Dios no ha dejado de hablar, sino que muchas veces somos nosotros quienes no prestamos atención a Su voz.
¿Cómo escuchar a Dios?
1. Salir de nuestras limitaciones: Como Abraham, a veces necesitamos que Dios nos saque de nuestros propios límites para que podamos ver el futuro que Él ha preparado para nosotros.
2. Escuchar en el silencio: Tal como Elías, debemos aprender a escuchar la voz de Dios en el susurro, en el silencio que sólo se alcanza cuando dejamos de lado nuestras expectativas ruidosas.
3. Esperar con paciencia: La espera en la presencia de Dios es un acto de fe. No es que Dios haya dejado de hablar, sino que hemos dejado de escuchar.
Hablar con Dios no siempre es un proceso ruidoso o dramático. A menudo, es una conversación que se da en la quietud de nuestro corazón, en la paciencia y en la disposición para escuchar más allá de nuestras expectativas. Que podamos aprender a salir de nuestras limitaciones y estar atentos al susurro de Su voz, confiando en que Su dirección es perfecta para nuestra vida.
Los siguientes domingos seguiré compartiendo sobre esta serie maravillosa titulada el Corazón de Dios. Te espero el siguiente domingo a las 11 A.M. en Resplandece.



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