La Pureza Sexual y la Responsabilidad del Líder Cristiano
- Fernando Arias
- 22 may. 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 23 may.
Esto Podría Salvar la Vida y el Ministerio de Alguien: una carta dirigida a los líderes y ministros de Dios.

Querido ministro, líder, servidor del Reino:
Escribo estas líneas con temor de Dios y profunda carga en el corazón. Tal vez nunca lleguemos a conversar en persona, pero si este mensaje te encuentra, créeme: no es casualidad. Si estás luchando en secreto, si la tentación ha ido ganando terreno, si lo que un día fue una pequeña concesión hoy te amenaza con destruirlo todo… escucha con atención.
La inmoralidad sexual destruye, corrompe y silencia ministerios.
No hay manera suave de decirlo: llevar una vida sexualmente inmoral no agrada a Dios. Puedes esconder tu pecado de quienes te rodean, e incluso engañarte a ti mismo un tiempo… pero no puedes esconderte de Aquel que todo lo ve.
“Dios mío, pongo ante ti mis más grandes deseos; ¡no te los puedo esconder!Mi corazón late con ansias, las fuerzas me abandonan, la vista se me nubla.”(Salmos 38:9-10, TLA)
Si sientes que te estás hundiendo, si la lucha es constante y cada vez más pesada: pide ayuda. No esperes a que las consecuencias te obliguen a confesar lo que hoy puedes enfrentar con valentía y humildad.
“Todo lo que esté escondido se descubrirá, y todo lo que se mantenga en secreto llegará a conocerse.”(Mateo 10:26, TLA)
No estás solo en la batalla, pero no puedes seguir ministrando mientras ignoras lo que carcome tu alma. No podemos predicar libertad si vivimos encadenados. Lo que desagrada a Dios no es solo el pecado, sino también la hipocresía de encubrirlo mientras exigimos santidad a otros.
Un ejemplo que nos advierte
David fue un hombre conforme al corazón de Dios, pero también fue un hombre que cayó. La historia de su pecado con Betsabé es tan conocida como dolorosa: miró, deseó, adulteró… y luego, en su intento por encubrirlo, provocó la muerte del esposo de ella. (2 Samuel 11) El Señor envió a Natán para confrontarlo, y el juicio fue claro. Pero también lo fue el camino de restauración. En medio del dolor y las consecuencias, David clamó:
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.”(Salmo 51:1, RVR1960)
Dios no ignora el pecado, pero tampoco desprecia un corazón quebrantado. No importa cuánto hayas caído: si te humillas, Él te restaura.
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Debemos hablar con claridad. El Señor no aprueba:
La fornicación y el adulterio
La homosexualidad
La pornografía
Ni cualquier práctica sexual que contradiga Su Palabra
Esto no es legalismo ni juicio humano: es el estándar de un Dios que nos ama tanto que nos llama a vivir en libertad y pureza. Si hoy estás atado, hay gracia suficiente para ti.
Dobla tus rodillas. Clama a Dios. Busca ayuda espiritual y consejería pastoral. No tienes que continuar solo ni en silencio.
He sido testigo de familias destruidas, ministerios apagados, llamados interrumpidos… no por falta de talento, sino por no confesar a tiempo. Nadie tiene derecho a arrojar la primera piedra, pero el juicio de Dios es más severo que cualquier crítica humana.
Hoy es día de misericordia. Hoy aún puedes ser restaurado.
Que el Señor te dé fuerzas para enfrentar lo que sea necesario y ser libre. Libre para servir, libre para amar, libre para caminar con responsabilidad y paz.



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