La Universidad de la Vida
- Fernando Arias
- 19 oct
- 4 Min. de lectura

La Universidad de la Vida
Hay escuelas donde se estudia por vocación, y otras donde se ingresa por obligación. Pero existe una donde todos estamos inscritos sin haber llenado solicitud alguna: la Universidad de la Vida. Nadie puede renunciar a ella, ni graduarse antes de tiempo. En esta universidad no se aprende solo con la mente, sino con el alma. Sus aulas no tienen paredes, sus exámenes no se anuncian, y sus títulos no se imprimen en papel. Sin embargo, el conocimiento que allí se adquiere es eterno.
El Maestro es Jesús mismo. Él no solo enseña, sino que acompaña. No dicta teorías, sino que moldea corazones. Por eso dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.”(Mateo 11:29)
Cada paso de nuestra existencia, cada logro, cada tropiezo, cada lágrima, forma parte del plan pedagógico de Dios. Él usa tanto la bendición como el quebranto para llevarnos a la madurez. Nos enseña a amar, a confiar, a esperar, a perdonar, a servir y a perseverar. Nada se desperdicia en Su aula. Ni una pérdida, ni una puerta cerrada, ni un silencio prolongado. Todo se convierte en material de enseñanza.
Uno de mis versos favoritos es Romanos 8:28. Como suelo aclaralo, no porque sera superior a otros pasajes o versículos, sino porque tiene mucha relevancia en mi vida y crecimiento espiritual. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”(Romanos 8:28). Si la Universidad de la Vida tuviera un himno, sería Romanos 8:28, ya que nos recuerda que nada es desperdicio, que incluso los errores, las lágrimas y los silencios se convierten en materias que forman nuestro carácter. En esta universidad, Dios convierte cada experiencia en enseñanza, y cada proceso en un propósito.
El aula
La vida no es una serie de casualidades, sino un aula donde Dios nos enseña propósito. Jesús no improvisa las lecciones. Él sabe lo que cada alumno necesita aprender y cuándo debe aprenderlo.
Cada etapa de la vida representa un nivel distinto de formación:
Niñez: la dependencia total.
Juventud: el arte de decidir bien.
Madurez: el ejercicio de la responsabilidad.
Dolor: la escuela de la confianza.



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