Lo que el dolor nos enseña (mensaje breve)
- Fernando Arias
- 14 feb 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 may
Un joven, cuyo hermano acababa de fallecer, tomó un día su Biblia. Con la vista nublada por las lágrimas, leyó hasta encontrar un versículo en particular. Llamó a su angustiada madre y le dijo: “Mami, escucha este versículo: ‘Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.’” (Romanos 14:8).“Mami —añadió el joven—, no hay problema. Yo sé dónde está mi hermano.”

Cuando el dolor nos invade, es inevitable sentirnos abatidos y tristes. Nos cuesta concebir que pueda salir algo bueno de nuestro sufrimiento. Sin embargo, al poco tiempo -orando y esperando pacientemente en Dios-, quizás podamos llegar a decir como David: “Estuvo bien que me hicieras sufrir, porque así entendí tus enseñanzas. Para mí, ellas son de más valor que el oro y la plata.” (Salmos 119:71-72, TLA)
Martín Lutero expresó una vez:“Si no fuera por las tribulaciones, yo no podría entender las Escrituras.” Y al respecto, Billy Graham escribió: “¡Con qué rapidez aprendemos cuando surgen problemas! Nos damos cuenta de lo ignorantes que somos de las promesas bíblicas cuando, en tiempos de angustia, nos sentimos impelidos a estudiar las Escrituras.”
Con mucha frecuencia olvidamos el privilegio de la oración… hasta que llegan, sin previo aviso, las dificultades y el sufrimiento. El dolor nos enseña a ser pacientes y a aferrarnos a un Ser mayor que nosotros. Dios tiene el timón de nuestra vida en sus manos. Quizá no quite las pruebas ni nos ofrezca caminos sencillos para evadirlas, pero sí nos fortalecerá por medio de ellas, si nos aferramos a Él y a su Palabra.
Hace un tiempo prediqué este mensaje: “Algunas veces el Señor calma las tormentas; otras veces permite que rujan aún más fuerte… y entonces, a quien calma, es a uno.”
Ánimo, ten fe. Dios está contigo. Nunca te ha dejado, y nunca lo hará.



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