Más Ricos de lo Que Pensamos
- Fernando Arias
- 27 ene
- 3 Min. de lectura

Hace poco, mientras íbamos en el carro con mis hijos, tuvimos una conversación que me recordó lo fácil que es medir la vida con los estándares equivocados. Les dije: “Somos más ricos de lo que piensan”. Y aunque al principio me miraron con algo de curiosidad, esa frase abrió la puerta para enseñarles algo que sé que el Espíritu Santo desea recordarnos continuamente: la diferencia entre riqueza y prosperidad.
Prosperidad: Más Allá de lo Material
El mundo nos enseña que la riqueza se mide en cosas que se pueden contar o acumular: dinero, propiedades, éxito visible. Pero la prosperidad que Dios ofrece es de un orden completamente distinto. En Su reino, ser próspero significa caminar bajo Su bendición, disfrutar de Su gracia y vivir en Su propósito.
El apóstol Pablo lo expresa así en Filipenses 4:11-13:"He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado... Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." Este pasaje revela un principio clave: la verdadera prosperidad no depende de las circunstancias externas, sino de la fortaleza interna que proviene de una relación con Cristo.
En Mateo 6:33, Jesús nos dice: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."
Es importante notar que Jesús no rechaza las añadiduras, pero las coloca en el lugar correcto. Nuestro enfoque como hijos de Dios no debe estar en lo que el Padre puede darnos, sino en Él mismo. Entenderlo y aplicarlo en la vida es todo un proceso, pero de su mano y con la dirección del Espíritu Santo esa verdad se asienta cada vez más en nuestro entendimiento.
Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre la diferencia entre la bendición y el simple acopio de bienes. Tener dinero sin la bendición de Dios puede convertirse en una fuente de ansiedad, orgullo o incluso idolatría. Pero cuando la bendición del Señor está sobre nosotros, hasta lo poco se convierte en abundancia, porque lleva Su paz, Su dirección y Su propósito. Proverbios 10:22 lo resume perfectamente:"La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella."
Las Adiciones Espirituales
La prosperidad que proviene de Dios incluye bienes materiales, pero también va mucho más allá. Incluye:
Paz: Esa que guardamos en el corazón incluso en medio de las tormentas (Filipenses 4:7).
Gozo: Que no depende de las circunstancias, sino de la presencia de Dios en nuestra vida diaria (Nehemías 8:10).
Restauración: Cuando el corazón busca a Dios, se convierte en un instrumento de reconciliación.
Provisión: Dios promete suplir nuestras necesidades conforme a Sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19).

¿Dónde Está Tu Tesoro?
Al compartir esto con mis hijos, les dije: “No es malo desear cosas materiales, pero si esas cosas son lo único que buscamos, nunca nos sentiremos completos y satisfechos. Solo Dios puede llenar el vacío del corazón humano.”
Jesús nos enseñó esta verdad de manera clara:"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde ladrones minan y hurtan; sino hacéos tesoros en el cielo... porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6:19-21). Tú decides dónde invertir tu vida. Puedes gastar tus años acumulando riquezas que un día desaparecerán, o puedes construir un legado al caminar bajo el favor de Dios, viviendo en obediencia y confiando en Su provisión.
Un Consejo Como Pastor y Como Padre
Busca primero a Dios. Ponlo en el centro de cada decisión, cada meta y cada sueño. No te estoy diciendo que renuncies a tus aspiraciones o al trabajo duro para alcanzar tus objetivos. Lo que te digo es que asegúrate de que Dios sea tu tesoro más preciado y que ordenes las prioridades en tu vida.
Cuando vives para Su gloria, las bendiciones materiales y espirituales vendrán en el tiempo correcto y con el propósito correcto. Serás verdaderamente rico: no solo por lo que tienes, sino por lo que eres en Él.



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