¿Ser rico es pecado? Lo que la Biblia dice sobre el dinero
- Fernando Arias
- 27 feb
- 3 Min. de lectura

El dinero es una parte fundamental de nuestra vida cotidiana. Nos ayuda a cubrir nuestras necesidades, a apoyar a quienes lo necesitan y a administrar de manera responsable lo que Dios nos ha confiado. Sin embargo, si no lo ponemos en el lugar correcto, puede convertirse en una trampa que afecte nuestro corazón. Como siempre digo: "Dale al dinero el lugar que le corresponde... la billetera, no el corazón."
La Biblia no dice que ser rico sea un pecado, pero sà advierte sobre los peligros del amor al dinero y la actitud equivocada hacia él. En 1 Timoteo 6:10 encontramos esta advertencia: "Porque raÃz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores." Es decir, el problema no es tener dinero, sino cuando el dinero nos domina a nosotros.
El dinero: bendición o maldición
La historia de Zaqueo (Lucas 19:1-10) nos da un claro ejemplo de alguien que permitió que el amor al dinero gobernara su vida. Como jefe de los publicanos, Zaqueo habÃa acumulado riquezas de manera deshonesta, pero cuando tuvo un encuentro con Jesús, su corazón cambió. Él mismo decidió devolver lo que habÃa robado y dar la mitad de sus bienes a los pobres. Jesús le dijo: "Hoy ha venido la salvación a esta casa" (Lucas 19:9), demostrando que el problema no era su riqueza, sino el lugar que tenÃa en su corazón.
La riqueza en sà misma no es mala. De hecho, puede ser una gran bendición cuando se usa con sabidurÃa y bajo la dirección de Dios. Proverbios 10:22 dice: "La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella." Esto significa que cuando Dios prospera a alguien, lo hace con un propósito y sin que esa prosperidad se convierta en una carga.
Pero también hay otra cara de la moneda. Cuando el dinero se convierte en un Ãdolo, puede llevarnos por un camino peligroso. Jesús lo dejó claro en Mateo 6:24: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." Si el dinero se convierte en nuestra prioridad, inevitablemente desplazará a Dios de nuestra vida.
El equilibrio: administradores y no esclavos
Dios nos ha llamado a ser buenos administradores de los recursos que nos da. Jesús nos enseña en Lucas 16:10-11: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?" En otras palabras, nuestra actitud hacia el dinero refleja nuestro carácter y madurez espiritual.

El creyente debe ver el dinero como una herramienta para hacer el bien, no como un objetivo de vida. Hebreos 13:5 nos da un consejo clave: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré." En lugar de obsesionarnos con las riquezas, debemos confiar en Dios, quien es nuestro verdadero proveedor.
El dinero es un recurso que puede traer grandes bendiciones si se maneja con sabidurÃa, pero también puede convertirse en una fuente de problemas si lo colocamos en el centro de nuestro corazón donde no pertenece. Como cristianos, debemos recordar que el dinero tiene su lugar: en la billetera, no en el corazón. Lo más importante es buscar primero a Dios y su justicia, confiando en que Él suplirá nuestras necesidades según su voluntad (Mateo 6:33).