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Venciendo la procrastinación

  • Foto del escritor: Fernando Arias
    Fernando Arias
  • 20 jun 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 21 ene


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Hoy quiero compartir contigo una reflexión acerca de un tema que muchos enfrentamos en nuestra vida diaria: la procrastinación.


La procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro),​ se define como el hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o placenteras.


¿Cuántas veces hemos postergado tareas importantes o dejado para después lo que debíamos hacer en el momento? La procrastinación puede convertirse en un obstáculo que nos aleja de nuestro propósito y nos impide avanzar en nuestro crecimiento espiritual y en la voluntad de Dios para nuestras vidas.


La Palabra de Dios nos ofrece una guía invaluable para superar este desafío y aprender a ser diligentes en todo lo que hacemos. En Proverbios 13:4, leemos: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada”. Dios nos llama a ser diligentes, a aprovechar cada oportunidad que nos brinda y a no postergar lo que es importante.


La historia de Jonás nos muestra las consecuencias desfavorables de postergar la obediencia a Dios. En el libro de Jonás, cap. 1 leemos que vino palabra de Jehová a Jonás diciendo: Levántate y ve a Nínive y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová. Jonás decidió postergar la tarea que Dios le había encomendado y huyó en la dirección opuesta.


Sin embargo, la obediencia de Jonás fue reemplazada por la disciplina. Dios envió una gran tormenta mientras Jonás estaba en el barco, lo cual puso en peligro la vida de todos los que iban a bordo. Jonás comprendió que su desobediencia había traído consecuencias desfavorables, y finalmente fue arrojado al mar. Afortunadamente, Dios mostró su misericordia y luego de permanecer tres días en el vientre de un pez, fue expulsado y devuelto a tierra.


Esta historia nos enseña que posponer la obediencia a Dios puede traer consecuencias no deseadas. En lugar de procrastinar, debemos buscar la sabiduría y dirección de Dios.


En Efesios 5:15-17 se nos exhorta: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”.


Tú, que me lees, es tiempo de vencer juntos la procrastinación y abrazar la obediencia diligente. No permitamos que nuestras responsabilidades y tareas se acumulen, sino actuemos con prontitud y sabiduría. Recordemos siempre que nuestras acciones deben reflejar nuestra fe, nuestro amor y compromiso con nuestro Salvador.


Oremos para que Dios nos fortalezca y nos dé la determinación de ser diligentes en todo lo que hacemos. Que el Espíritu Santo nos guíe y nos ayude a discernir cuál es la voluntad de Dios en cada situación.


Termino con este versículo en traducción a lenguaje actual: "Si le haces una promesa a Dios, no te tardes en cumplirla, porque a Dios no le gusta la gente tonta que no cumple." (Eclesiastés 5:4 TLA)



 
 
 

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